Imagen tomada de: https://www.revistacredencial.com/historia/temas/las-mujeres-de-la-tertulia-del-buen-gusto-y-sus-amores

 

Cecilia Restrepo M.

Diciembre 2/2022

La época colonial significó la administración por parte de la Corona española de los territorios americanos conquistados, de esta manera la Metrópoli fundó una serie de instituciones, con sus respectivos funcionarios, destinadas a regir y gobernar estas provincias, entre éstas se destacaban la Real Audiencia, los Cabildos, la Gobernación y una nueva unidad política denominada el Virreinato.

“El virreinato constituyó la máxima expresión territorial y político-administrativa que existió en la América española y estuvo destinado a garantizar el dominio y la autoridad de la monarquía peninsular sobre las tierras recientemente descubiertas.”[1]

El virreinato estuvo encabezado por la figura del Virrey, representante personal del Monarca en las colonias, tenía como función, básicamente, administrarlas a nombre del Soberano. Esta dignidad se concedía por cuatro años o lo que dispusiera su Majestad. A este empleo se le conferían todos los poderes, el virrey podía gobernar, desempeñarse como Capitán General en el campo militar, ocupar la presidencia de la Real Audiencia, además, se le nombraba vice patrono de la iglesia, de esta forma intervenía en todos los ámbitos sociales en especial sobre el control de los criollos quienes representaban un peligro para la monarquía en caso de sublevarse.

El origen de estos personajes generalmente era de la clase alta y noble, la cual garantizaba su fidelidad a la corona, su alto poder económico, su experiencia en gobernar y su incorruptibilidad, aunque algunas veces esto no se aseguraba. Su presencia siempre fue respetada y sus actividades eran un motivo de grandes agasajos y festejos.

NUEVO REINO DE GRANADA

La historia de los virreyes que gobernaron el Nuevo Reino de Granada es decisiva en la historia de la colonia porque durante este periodo se dieron notables cambios en las costumbres y relaciones del Nuevo Reino de Granada, estas, representadas en la vida material, en la vestimenta, en los medios de transporte y por supuesto en la comida y en los banquetes.

El virreinato del Nuevo Reino de Granada se dividió en dos etapas, la primera desde 1717 hasta 1723, en esta fecha el virreinato fue disuelto por la Corona por considerar que esta colonia no estaba preparada en el sentido fiscal para afrontar esta distinción, no obstante, su renovación fue en 1739 y permaneció hasta el 20 de julio de 1810. Se puede decir que el restablecimiento del virreinato “coincidió con el ciclo de robustecimiento económico de Santafé y el reino en la segunda mitad del siglo XVIII”.[2]

Desde el punto de vista de la vida cotidiana y la alimentación se evidenció un gran cambio en la sociedad santafereña, lugar donde se establecieron dichos personajes, a raíz de la creación del virreinato. Durante esta época, se pusieron de moda diferentes manifestaciones para celebrar fechas particulares o días festivos, , entre estas, se destacaron los refrescos y los saraos. Dichas reuniones se realizaban en las casas de familias prestantes de la ciudad o en el palacio virreinal.

Los refrescos o convites consistían en una reunión que se organizaba en las casas de familia, con el motivo de brindar a los invitados un delicioso chocolate con colaciones para luego terminar en baile, un ejemplo fue el agasajo que se le hizo a Antonio Nariño en la casa del Marques de San Jorge. El relato lo cuenta el escritor Jose Maria Vergara y Vergara en su obra “las tres tazas”: la invitación era a las 8 de la noche, los invitados representados por personas de la elite santafereña quienes iban vestidos muy elegantes de acuerdo con la moda del momento, llegaron muy puntuales. El salón y el comedor arreglados con las mejores prendas como el mantel bordado de la mesa y la delicada vajilla, ofrecía una decoración esplendida. En cuanto a la comida representada en una taza de chocolate con colaciones donde sobresalían las garullas, las almojábanas, los panderos y el pande yuca, así como otros acompañamientos, como botellas de aloja y de vino español, eran del agrado de los comensales.[3]

El sarao igualmente se realizaba en las casas, pero en esta ocasión, los invitados eran del ramo oficial; se efectuaba en momentos especiales como la llegada de los virreyes a Santafé de Bogotá. En el sarao se realizaban diferentes actividades, muchas de estas se acompañaban con pólvora, música, baile, canto y vítores. El banquete era parte esencial de la fiesta. Estos encuentros duraban hasta tres días, según la importancia del personaje.

En el suceso de la entronización de un virrey, generalmente, se empezaba con un desfile por la calle larga de las Nieves, que era la entrada a la ciudad y por donde debía llegar el virrey en su coche. La calle se decoraba con gran esmero, las ventanas se adornaban con arcos y se enarbolaba la bandera de España. El punto de encuentro del carruaje con el pueblo se conocía como la Plazuela de San Diego; allí, previamente, había preparada una tienda de campaña, muy bien amoblada, en donde se acostumbraba a hacer el juramento ante el alcalde, en compañía de la familia del virrey, el alférez real y otras autoridades. Una vez terminada la ceremonia, el virrey salía montado en un corcel ricamente ataviado. Después venían las viandas y todo el pueblo disfrutaba del gran banquete. Estas celebraciones se preparaban bajo el estricto protocolo español.

La llegada de estos ilustres señores a la ciudad era causa de las ya mencionadas celebraciones y saraos, eventos en los cuales, dependiendo de la época y el lugar, se gastaban grandes sumas de dinero en comida y otras diversiones, aunque, sobre esto existía la ley que lo reglamentaba.

Sobre estos actos, se consultaron los que se encuentran registrados en los archivos, es decir, los recibimientos que quedaron consignados en las fuentes. Estos escritos hacen referencia a las pompas y festejos y a su vez describen las provisiones que se compraron para cada ocasión, desafortunadamente no se registraban los platos elaborados con estos ingredientes ni los postres.

[1] www.puc.cl/sw_educ/historia/america/html

[2] Historia de Bogotá. Tomo I. 1988:115 Editores Villegas. Bogotá.

[3] Vergara y Vergara José María. Las tres tazas y otros cuadros. Ministerio de educación nacional. Editorial minerva. 1936.Bogotá.